La coronación del cabrales: pregón del XXXVIII Certamen del Queso de Cabrales, de Juan Luis Rodríguez Vigil
02/09/2008. Juan Luis Rodríguez-Vigil, ex presidente del Principado, pronunció el domingo el pregón del XXXVIII Certamen del queso de Cabrales. En su discurso, del cual se publica un extracto, defendió la ampliación del área de Denominación de Origen y aseguró que lobos y ovejas no pueden convivir. Además propuso la reproducción de las pinturas de la cueva de la Covaciella para beneficiar a Cabrales cultural y turísticamente. JUAN LUIS RODRÍGUEZ-VIGIL Agradezco mucho la invitación del alcalde para dar este pregón, sobre todo porque sé que se debe única y exclusivamente a mi afición y aprecio por el buen queso, y especialmente por el buen queso de Cabrales. Y como parte, o como derivada de ese apego al cabrales que, por otro lado, y afortunadamente es muy común, me permitiréis que no sólo elogie su bondad y su sabor, como es obligado en un pregonero, sino que, además, que me meta por algunos otros andurriales relacionados con el queso y sus circunstancias, algo que trataré de hacer con brevedad, que todos estáis de pie y esperando poder degustar cuanto antes los soberbios quesos que están a la vista en los puestos (...). La labor del Consejo Regulador en ese sentido, que debe de ser dura y sin contemplaciones, unida al conocimiento que este certamen promueve entre los visitantes sobre cómo es y cómo debe ser el verdadero cabrales, hace que las imitaciones del mismo sean cada vez más fáciles de detectar y de denunciar. Y, en tal sentido, espero que pronto los quesos de Cabrales se presenten en cuñas y lleven la identificación del elaborador de forma clara y que se note. Con esa tenaz y bien orientada labor se ha conseguido algo que a estas alturas nadie con mínimo paladar y gusto por el buen comer puede objetar, como es la coronación del queso de Cabrales como rey indiscutible y por derecho propio de los quesos de Asturias. Conseguir que una marca de un producto alimentario sea conocida y valorada como espléndida por decenas de millones de personas, como ocurre ya con la de «queso de Cabrales», es algo que económica y socialmente constituye una riqueza de inmenso valor para el presente, y debe serlo aún más para el futuro. Hecho lo más difícil, la coronación del cabrales como indiscutible rey de los quesos del norte español, tendréis ahora que pensar racional, interesada e inteligentemente en cómo hacer cosas más fáciles, aunque en modo alguno sean sencillas. Por ejemplo, cómo conseguir que ese queso rey esté presente en todo momento en el lugar que le corresponde en las mesas de toda España y, en la medida que se pueda, también de fuera de España (...). Como os decía, no será ésa una tarea fácil. Seguramente os exigirá romper con alguna rutina, con costumbre arraigada y segura, y emprender algo que siempre entraña riesgo y es difícil, como de suyo lo es adentrarse por caminos nuevos y no trillados. Incluso algunas medidas no las podréis abordar en solitario, aunque siempre sería decisivo vuestro criterio. En concreto algunas exigirán acciones positivas del Gobierno de Asturias. En primer lugar, creo yo que debería abrirse entre vosotros, en el seno del Consejo Regulador y también del Ayuntamiento de Cabrales, un riguroso y desapasionado debate sobre cómo ampliar los límites del territorio comprendido en la Denominación de Origen del Queso de Cabrales, que a ojos vista, y como consecuencia del prestigio alcanzado y de una demanda en constante crecimiento, se han quedado estrechos y pequeños, y que, sobre todo, es algo que os impide acceder en la cantidad y precio que precisáis a la materia prima imprescindible para fabricar vuestros quesos. Hoy no es lo escaso lo más valioso, sino lo que llega a más ámbitos, manteniendo un precio remunerador. De forma que cuanto más amplio sea vuestro mercado más ganaréis vosotros, y, seguramente, también otros muchos asturianos (...). Tenéis un gran producto, una gran marca, pero para que esté presente siempre en los mercados, en todos los mercados de productos de alta calidad y gama, para que podáis atender la demanda potencial que vuestro queso tiene, os falta, y lo sabéis de sobra, materia prima, necesitáis más leche de vaca, de cabra y de oveja. Y, hablando de ovejas, es obligado señalar que a ellas (y en parte también a las cabras) están ligados algunos de los mayores problemas que hoy tiene la expansión y el desarrollo del queso de Cabrales. Una parte del bellísimo paisaje de la comarca de los Picos ha sido conformado por el hombre, en concreto por el pastor cabraliego, a lo largo de miles de años. Nadie podría decir que los pastores de Cabrales no han protegido el medio ambiente y la naturaleza de los Picos (...). No son pues de hoy, y ni siquiera de un ayer cercano, las medidas legales y de hecho que los cabraliegos adoptaron para salvaguardar la integridad de sus rebaños de las acometidas de las alimañas, principalmente del lobo. Por tanto, es evidente que la necesidad de controlar o eliminar al lobo de las majadas y los pastizales donde concurre la reciella no surge hoy por capricho o por maldad políticamente incorrecta. Lobos, ovejas y cabras son, pura y simplemente, incompatibles desde hace muchos, muchísimos siglos. Y ninguna de esas especies ha cambiado en los últimos veinte años de forma que ahora sean compatibles. Hoy, como ayer, donde hay lobos no puede haber ovejas, y viceversa. Personalmente yo no soy contrario a la protección del lobo ni, a priori, tengo nada contra él. Creo que sobre este asunto, por polémico que sea, no se deben juzgar absolutos, sino ajustarse a lo que resulta adecuado en cada tiempo y lugar, de forma que cuanto afecte al problema de la relación de los lobos con el ganado ha de situarse en un marco alejado de lo epidérmica mente emocional y regido, por el contrario, por la racionalidad y por la inteligencia (...). Por ejemplo, vacas y lobos pueden convivir, y de hecho en muchos sitios de Asturias conviven sin mayores problemas, en buena medida porque las vacas se defienden, de forma que sólo caen víctima de los lobos las que están débiles, enfermas o son viejas. En último término, en esos casos se paga el daño individual y punto y gloria y fin del problema. El caso de las ovejas es total y radicalmente diferente. Las ovejas no se defienden, y los lobos no matan normalmente reses aisladas, sino que desbaratan rebaños en la medida que matan cuantas reses cogen. Por esa razón, en sitios como Cabrales, donde la ganadería de ovejas y cabras es fundamental para el desarrollo rural y para el bienestar de la población, dado que es la base del principal producto de la zona, y donde hay una historia cierta e incontestable de respeto al medio ambiente y a los principios más básicos de la ecología, la Administración tiene la obligación de decidir si opta por el desarrollo de la población y por el mantenimiento de las fuentes tradicionales de riqueza de los habitantes, en este caso, por la promoción y desarrollo del queso de Cabrales, que exige la leche de oveja y cabra, o, por el contrario, si obstaculiza clara y conscientemente ese desarrollo, favoreciendo la presencia del lobo en las majadas y en los pastizales en base a criterios medioambientales de muy reciente aparición, de mas que dudosa racionalidad y de implantación estrictamente funcionarial, que se considera que están al margen de todo tiempo y lugar. No se puede hoy exigir a los pastores una vida de renuncia total a la relación familiar, al confort más elemental, como fue la tónica del pasado. Los pastores deben poder ir y venir a sus casas a dormir y relacionarse con normalidad, pero con seguridad, sabiendo que a su vuelta al monte no van a encontrar su rebaño deshecho. Por ello, más vale hacer o continuar lo que en el pasado se hizo que en nada perjudicó al medio ambiente de los Picos, el cual no es producto de decisión administrativa alguna, ni de la gestión de funcionario alguno, sino herencia histórica de un pueblo y de una cultura, la pastoril de la montaña asturiana, cuyos principios se trata ahora simplemente de mantener. Y en la defensa de este medio natural y de esa cultura no quisiera dejar de haceros una pequeña recomendación, que se refiere a esa joya bellísima del Magdaleniense que tiene Cabrales, que es la cueva de Covaciella, y a la manera más razonable y mejor de disfrutar de ella (...). En Covaciella es obvio que nadie debe entrar, salvo para estudiar la cueva y las pinturas. Es tan pequeña esa cueva y tan frágil su estructura y composición que cualquier visita hace daño, y son tan hermosas las pinturas que todo daño, por pequeño que sea o que parezca que sea, resulta irreparable y sería imperdonable. Pero es cierto que la gente tiene derecho a disfrutar de esa maravilla, y Cabrales a beneficiarse de ella desde el punto de vista cultural y turístico (...). Y eso se puede hacer perfectamente, porque como la cueva es pequeña es posible económicamente reproducirla al completo, paredes, suelos, techos y pinturas. Donde no debe estar nunca esa reproducción es en una casa, por muy palacio que sea, por muy museo de que se trate o de que se pretenda que se trate. Prácticamente por el mismo dinero podéis situar la reproducción o facsímil en el medio natural, quizá el mejor sitio sería hacerlo cerca de la cueva del bosque. Nada más. Termino ya. Ya se sabe, sin queso y sin vino no hay cocina, y sin cocina no hay salvación, ni en este mundo ni en el otro. Así que ahora todos a comer y a salvarse. Que haya buen provecho. Muchas gracias. Fuente: La Nueva España
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